2012 - Encuentro en Estepa (Sevilla)
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El día señalado en el calendario estaba a la vuelta de la esquina. Los telediarios de todos las cadenas anunciaban agua a mansalva y señalaban zonas en alerta roja
para el día siguiente. La noche fue larga con la incertidumbre del día que la climatología nos depararía. La mañana llegó con cierta expectación, y solo unas gotas
de agua en principio marcaban el inicio del día. El tío del tiempo no se equivocó y a mitad de camino, antes de llegar a Antequera nos cayó lo que coloquialmente se
suele decir, la del pulpo. Agua a mansalva que no solo nos metió miedo en el cuerpo porque el limpia parabrisas no daba abasto, sino que nos creó la incertidumbre de que
se nos aguara el encuentro. Gracias a Dios, y a la pericia de Siles llegamos a salir de aquél diluvio y empezamos a divisar a lo lejos la claridad de un día soleado con algunas nubes.
Una nube coronaba la sierra de Estepa mientras en el área de servicio de "El Polvorón" llegaban los primeros, los segundos y terceros para el encuentro establecido a las once de la mañana. Abrazos y saludos, besos, momentos de dudas y esfuerzo mental para intentar, por aquello de que no somos los mismos, aunque se reitere con aquello de que "tu estás igual", quién es ese nuevo que se incorpora en este encuentro. La voz los delata siguiendo unas risas y un apretujón, algo más que un abrazo con la consiguiente alegría y la ristra de preguntas como para querer ponerse al día en unos minutos de cuanto transcurrió en un montón de años que hacía que no se veían. Pasada lista, Alés, el anfitrión, dió las instrucciones oportunas y se hizo, como si dirigiera alguna de aquellas patrullas de scouts, el guía, sin vara ni cayado pero que nos dirigió hasta la fábrica de polvorones la Estepeña en donde tenía concertada nuestra visita. Una ciudad de chocolate nos sorprendió a todos inundándonos nuestros sentidos y empezando a lanzar flashes para recoger en nuestra cámara lo que no íbamos a poder grabar en nuestras retinas. Para los que no pudieron captarlo con comodidad dado el entorno os traigo un amplio resumen pinchando aquí. Más abajo podéis ver un "museo" que recuerda los orígenes de las fábricas de polvorones. Terminó la visita a la Estepeña tras una proyección del proceso actual de fabricación, una visita posterior a la fábrica y pasar por el punto de venta de la amplia gama de productos. La siguiente visita fue a La Alcazaba, la torre Ochavada, las iglesias de Santa María y Santa Clara sobre las que la guía que nos acompañó nos fue explicando convenientemente. Armaduras, espadas y pendones de Calatrava que tuvieron enorme importancia en Estepa. En las fotografías podemos ver muchos detalles de cuanto se comenta, y aquí en concreto unas vistas desde el alcazaba de donde se divisa el pueblo blanco de Estepa. Ya por último, y sin espacio para ruegos ni preguntas, y por caridad a Morales Llamas que sufría "sequedad" enfilamos para el restaurante en dónde saboreamos cada uno de los platos que nos pusieron por delante. No hubo sobremesa porque realmente entre bocado y bocado, plato y plato, fluyó una agradable conversacion, a veces cruzada, pero que resultó amena y agradable recordando, contando y poniendo al corriente unos a otros. Brindis y algún que otro abrazo, risas y compadreo, auténtica camaradería. Llegó el momento de la partida, sin cantar parecía sonar en el ambiente aquella canción que decia "llegado ya el momento de la separación, formemos todos juntos una caadena de amor, que no nos separemos, no......" Solo nos queda esperar de nuevo que llegue el momento de un nuevo encuentro, que ojalá sean muchos más. |
Se irán añadiendo nuevas fotos según vayan llegando.