Como cualquier día del año y a tempraneras horas, me levanto después de una larga noche de verano de insomnio, pensando en cumplir con mi palabra de darle un nuevo artículo a mi amigo Manolo Cruz, por aquello de no dejar de hacer este bello ejercicio de emplear la pluma en divagaciones ocultas de pensamientos y dejarlas florecer para plasmarlas en un “cacho” de papel agradecido y dispuesto para estos menesteres. No se. Ocurre que, y me viene lo último leído en un correo recibido, me ha impresionado la nótula sobre (Gregorio) “Cruz Vélez. Artista porteño de miedo y oro” Qué titulo mas bello, “de miedo y oro” y qué sentimiento, ¿no? Puro arte. Y me ha impresionado, si, me ha impresionado ese piropo de media verónica que le ha dado su hija diciéndole: “Papá has llevado el nombre del Puerto a muchas tardes de toros, te has llevado la gloria del saber hacer, tus recuerdos, tus momentos de miedo, y la satisfacción de sentirte artista, pero sobre todo el cariño de tu familia y de los que de verdad te quieren: “TE QUIERO TORERO”. Qué mejor remate a una buena faena. “TE QUIERO TORERO”. Qué mejor remate. Y aquí se me terminaron las palabras con los vellos erizados, nudo en la garganta y lágrimas emocionadas escapándose a hurtadillas para que nadie supiera que los sentimientos habían saltado la barrera para protegerse, y terminar tomando prestadas algunas palabras de Paco Moreno: «–Déjame hacer lo que me gusta». Y… “Tanto que llegó a regalarle suspiros de temor a toros que iban a ser lidiados por grandes figuras del toreo” Ná. Casi ná. Para que el “tendío” se ponga en pié con nubes blanca de pañuelos en mano. Y así también ocurre que curioseando, como a mi me gusta, por la página “losdepilas”, recuerdas, vives, sientes y ves que su “administrador” plasma una y otra vez experiencias, sentimientos, anécdotas, vivencias, felicitaciones, cosas de ayer y de hoy donde dice que “no somos los de antes”, o se queda “sin palabras”, o “la comedia de la vida” y tantas y tantas que… Y me quedo “sin palabras”. Y me quedo sin nada de nada. Miento. Me quedo con “la comedia de la vida”, con “un año después”, “sentado en el escalón”, como “espectador de lujo”, con el “descanso del guerrero” para terminar diciendo: “reloj no marques las horas”. Y también como cualquier día del año y a tempraneras horas, me levanto después de una larga noche de verano de insomnio, pensando en cumplir con mi palabra de darle un nuevo artículo a mi amigo manolo cruz, dejando volar mis locuras para atraparlas en sentimientos de hermanos y relatar aquellas hazañas bellas de plazas de albero y plazas de tinta y papel donde cada uno de ellos, maestros, desarrollan faenas de antología, y ante éstas, uno se quita el sombrero. Va por ustedes (y aquí no tengo más remedio, y no es cortesía, tratarlos de usted), maestros. |