Y… ME ENCONTRE EN LA CALLE DESAMPARADOS
 

D. Antonio, no hace mucho, y este no hace mucho es de semanas, estuve por las tierras de Castilla y León visitando una de sus Ciudades, Segovia. Me pateé, con toda la familia, casi toda la Ciudad. Un lujo.

Empezamos por la Avenida de Juan Carlos I, donde dejamos el coche, para continuar nuestro recorrido por la Avenida del Padre Clarín, en donde comienza el Acueducto, que no es maravilla de la naturaleza, pero si de la ingeniería humana, en concreto de la Romana, con la perfección de su cantería, colocada milimétricamente en trozos calibrados para que tanto sus arcos y pilares dibujen una visión surrealista, o que se yo, a los que mis ojos, no dan crédito pero que sucumben en ese cuadro perfecto donde uno no se cansa en mirarlo por la satisfacción y el relajo que produce.


Seguimos por la calle Mon Almira, Teodosio el Grande para llegar a la Plaza del Azoguejo, allí me recreé de ese majestuoso monumento donde su grandeza se hace más palmaria y de incalificable su belleza, para hacerle a uno pensar en los tiempos y sus andanzas, haciéndole resaltar su altanería y grandeza, porque puede. En la Plaza, parado, embelesado y abstraído de todo lo que me rodeaba, pasé un largo rato contemplando sus alturas, sus soportes, sus arcos y todo su conjunto. Terminé despertando para regresar a la realidad con la visión de la maravilla que contemplaba.

Recorrido y visitado hasta el final el Acueducto, después de las preceptivas fotografías para el recuerdo de la familia, proseguimos por las calles de Cervantes, pasando por Isabel la Católica para llegar a la Plaza Mayor, donde contemplamos la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San frutos para continuar por Marqués del Arco, en esta, Don Antonio, casi a la mitad y antes de llegar a la Plaza de la Merced, a mano derecha, me introduje en la calle Desamparados y casi al fondo a mano izquierda, como no podía ser otra, porque eso de derechas como que no le va, me encontré con su casa-pensión en donde usted pasó una docena de años. Hoy convertida en casa-museo. Más tarde volveré a este punto.


Voy a terminar mis andanzas por las calles de la Ciudad, siendo breve en su relación y redacción para no cansar, ya que lo fundamental es hasta llegar a la calle Desamparados. Prosigo por sus calles, pasando por la visita a su Alcázar, Ronda de Don Juan II, calle del Socorro, Calle de San Valentín, Paseo de Ezequiel González, Avenida de Fernández Ladreda, para llegar de nuevo a la Plaza del Azoguero, para desde allí volver por los mismos sitios al de partida. Una vez descrito esto, vuelvo al lugar donde usted, Don Antonio, pernoctó más de una noche y estuvo más de un día.

Sevilla engendró todos sus poemas para en su peregrinación por las distintas ciudades, desde Madrid, pasando por Soria, donde se le partió el alma y la dejó enterrada, hasta terminar desamparado en Collioure, como la calle que tanto tiempo le acogió en la ciudad de Segovia. Sí. Y… estuve largo rato absorto, dejado caer sobre las rejas que cierran su recinto para desde allí, ver el patio florido que antecede a la puerta de la casa de planta baja con su cubierta de tejas árabe viejas. Me rondaron muchas cosas en la cabeza, pero sobre todas, una no me dejó descansar por la similitud del nombre de la calle y Colioure: Desamparados. Me estremecí. Pasada esta sensación de vellos en escarpias y piel de repullo, con escalofríos interiores para terminar zamarreándome en movimientos de abajo para arriba. Pasado un rato me incorporo y recobro la conciencia con la satisfacción de sentirme un forofo leal de usted y la suerte de haber estado estos momentos mágicos en el lugar donde nacieron muchos de sus poemas para bien de todos los que le admiramos. Don Antonio, nos dio usted tanto que hasta nos regaló su timidez y sus soledades.



“La plaza y los naranjos encendidos

con sus frutas redondas y risueñas.

Tumulto de pequeños colegiales

que, al salir en desorden de la escuela,

llenan el aire de la plaza en sombra

con la algazara de sus voces nuevas.

¡Alegría infantil en los rincones

de las ciudades muertas!...

¡Y algo nuestro de ayer, que todavía

vemos vagar por estas calles viejas!”

Antonio Machado (web oficial)


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© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"