Vomitar es devolver por la boca lo contenido en el estómago, o arrojar una cosa algo que tiene dentro, o también proferir injurias o insultos, siempre, según el diccionario de la RAE. Pues todas estas definiciones que hace la RAE sobre el vocablo que encabeza estas líneas, me gustaría estrellarlas sobre este papel, que culpa no tiene, tipo mensaje, sobre el comportamiento del Gobierno de Rajoy, que tanto nos está quitando a lo chita callado.
Muchos sabíamos que era gaviota, gaviota y que emplearía la carroña para alimentase y vivir solo y exclusivamente de la herencia, como así sucede y por eso no le votamos; otros, descontentos con el que le ha dejado la herencia tan cacareada, confiaron que la gaviota les harían felices y por eso si le votaron y por supuesto, las otras gaviotas se unieron en bandada para acompañarle al estercolero que habían creado con sus cagadas.
Y esas cagadas son las que dijo que no iba a hacer y que en la primera oportunidad que tuvo, la hizo con nocturnidad y alevosía. Así, incrementó el paro, llegando a los seis millones; redujo los derechos del trabajador a los tiempos de maría castaña, aquellos de los de sol a sol. Impuso de nuevo la beneficencia. Se cargó la sociedad del bienestar. En su actuación, menguó el derecho a la vivienda, a la sanidad y la educación, haciendo méritos para ello. Provocó la mayor pobreza infantil jamás habida. Recortó las libertades individuales hasta límites insospechados. Tiene danzando una ley sobre el aborto indecente. Y sobre la justicia campea acciones que la deja sometida, maltratada e interferida o secuestrada.
Tenía la ilusión, la esperanza y, por qué no decirlo, la certeza que una vez muerto el “gran dictador”, viviría en la deseada democracia y despertaría para siempre en la libertad anhelada de los sueños, esos que revolotean y juegan con Morfeo cuando la relajación entra en un éxtasis profundo, pero los poetas tienen siempre la razón y ya lo dijo, “los sueños, sueños son”.
No quisiera hacer santo al verdugo. Me pega un pellizco en el estómago el tener que decir que ese dictador de cuarenta años seguidos, gallego por más señas, rompedor de legitimidades, asaltador de libertades, muñidor, hacedor y guardador de injusticias, hiciera de una España derruida y aislada, otra distinta, creando un patrimonio nacional de empresas que ya quisiéramos tener en la actualidad. Y muerto el perro, se acabó la rabia, dice el refrán, que dicen que los refranes son verdades, pero en esta ocasión no es así, porque aquellos perros cambiaron de collares y nos encontramos donde nos encontramos, con
una diferencia, que sus herederos, sacaron a relucir sus ambiciones, sus golferías, sus corruptelas y se dedicaron a vivir de las rentas, o de la herencia recibida y empezaron a vendernos la apariencia de una democracia, a decir y a hacer cosas que estaban prohibidas para así darle cierta legitimidad, con el “tinglado montado por montera como democracia”, justificaron ciertas acciones y le dieron cuartelillo a las “izquierdas”, en donde también estaban, para también vender lo patrimonializado a sus amiguetes y disfrutar del expolio justificado de una dictadura de cuarenta años seguidos y llegar donde hoy estamos, con otro gallego, por más señas.
Vomito y digo que aquí, nos estamos pasando del color castaño a oscuro. No puede ser. No puede ser que los que nos gobiernan cuando entran a hacerlo, lleguen sin un euro y cuando terminan, salen con cuentas repletas de ellos. Algo no cuadra. No digo que haya “mangoneo”, por dios, no, pero algo falla. Si es verdad que cada día asistimos a escándalos relacionados con lo mismo y que cada día, también, tenemos más im-putados (hdep), y digo yo… por algo será, ¿no?
Quiero vomitar y vomito y no quiero que se me quede dentro de mi nada que me pueda hacer daño. Quisiera quedarme limpio y “largar” todo lo que me remueva el estómago y el pensamiento para quedarme libre de verdad y poder vivir una verdadera democracia. Me encantaría llegar a esos templos de poder y azotar con el látigo de la justicia a todos los golfos, vividores y corruptos, y no solo echarlo de allí a golpe de latigazos, sino llevarlos a las mazmorras más sombrías y húmedas. Y terminado el vómito, lo que me quedara fuera la tranquilidad y la relajación de haber echado todo aquello que me provocaba el daño.
Pero siento que una vez terminado el vómito, me quedan arcadas que no se cuanto tiempo las tendré que soportar. Las iré describiendo en otros artículos más adelante y hoy, ahora, no me resisto a relatar la primera:
Resulta que cuando este gallego aspiraba a tener todo el poder del Pueblo, le dijo, para conseguirlo, que no se preocupara de nada, que si le daba la confianza para tenerlo, él no iba a subir los impuestos, al contrario, los bajaría, iba a crear mucho empleo, mejor calidad de vida, más becas, mejores viviendas, asistencias sociales y sanidad, mejoraría la marca España, etc., etc., El Pueblo que está carente de estas cosas, va y le da el poder absoluto para que lo pueda hacer sin interferencia. ¿Qué es lo que pasa?, que la gaviota carroñera dice: “donde digo digo, digo diego”. Arcada vomitiva seca.
Simón Candón 03/05/2014