D. Antonio Ríos
Slider 1 Slider 2 Slider 3 Slider 4 Slider 5 Slider 6 Slider 7 Slider 8 Slider 9 Slider 10 Slider 11 Slider 2

D. Antonio Ríos Santos



D. Antonio es un hombre muy ocupado, siempre ha estado muy ocupado detrás de un libro indagando, aprendiendo y abstraido en su lectura, yo diría que a veces evadido del entorno. Actualmente está dedicado a su Parroquia, en la que vive desde que dejó por primera vez Pilas, hace ya casi 40 años. Da clases de Biblia y de Sacramentos a su aún "monaguillo particular", y ya abogado, que termina Teología en la Facultad de Madrid. Para completar el tiempo libre D. Antonio investiga, con amigos, la vida, en la primera parte del XIX, de un hemano de Blanco, y el ambiente de aquella Sevilla absolutista.

Pero lo mejor de todo es que ha sacado tiempo para contar dos anédotas, y esto no tendría mérito si no estuviera también inmerso sacando estadísticas y conclusiones de unas Guías de 1818 y 1832 que logró copiar de ejemplares que al parecer son únicos y que pretende comparar con otra de 1834 que halló en la Universidad de Sevilla.

Primera Anécdota:

Cuando, tras diez años en Pilas, le expuse al Cardenal Bueno problemas familiares que aconsejaban mi estancia con mis padres en Sevilla, lo aceptó como un verdadero padre que era, y me aconsejó que hiciera oposiciones a Instituto. Razonó: "Porque vendrán tiempos difíciles y quiero tener en ellos sacerdotes que sea numerarios"; y me preguntó:
- ¿Y a quién pongo en tu puesto de Director Técnico [del Colegio Reconocido Superior]?
- A María Luisa, respondí. [Era una teresiana que desde hacía años daba Física y Química, y cumplía las no fáciles exigencias de la legislación entonces vigente].
-¿Una mujer?, reaccionó inmediatamente.
- ¿Y por qué no?, respondí con la confianza que me ofreció siempre.

Aquel insigne jurista se puso la mano derecha en la mejilla, meditó unos segundos y dijo:
- Es verdad. ¿Y por qué no?
Y la nombró para el cargo.


Segunda Anécdota:

Durante muchos años, Don Juan Luis, "además" de tocar el órgano, con discípulos como Juan Rodríguez Romero, al que evoca al comenzar su artículo, fue Vicerrector, Superior de uno de los últimos cursos, profesor de Latín, Griego, Historia..., etc.

Por eso nos hizo tanta gracia que, ya entrado mayo, un chaval de Segundo le preguntara:

- ¿Y uste[d], además de tocar el piano ¿qué es lo que hace aquí?