Lo peor son esas despedidas en el aeropuerto: nunca se superan y con el tiempo, peor.
Para todos los que tuvieron que hacer una maleta porque aquí no podían seguir creciendo. Que fueron suficientemente valientes y se cansaron de esperar, que cogieron el toro por los cuernos y buscaron un hueco en otro país, en otra ciudad…
Para todos los que saben lo que es despedirse en un andén, en un aeropuerto o cerrando la puerta del coche sin saber cuando podrás volver. Los que han sentido ese nudo en la garganta y ese miedo profundo.
Para los que llaman Generación Perdida o Movilidad Exterior, pero que al final son sólo gente que quiere algo tan sencillo y necesario como un trabajo.
Para los que sueñan con el jamón serrano y con la paellita de mamá el domingo. Para los que miran el tiempo para auto flagelarse y decir: “joder, estos en chanclas y yo con abrigo”. Los que, si Skype tuviera Premium, se abonarían.
Para los que, cuando se ponen malos sólo pueden pensar en la tele transportación del brasero de casa de sus padres. Para los que echan tanto de menos a sus amigos que hasta les duele un poquito. Para los que esta experiencia les está abriendo los ojos y el alma al mundo.
Para los que, probablemente, ninguno de sus nuevos amigos se llame Manolo y la mitad de las cosas del supermercado más cercano no se las daría ni a su perro. Para los que han encontrado más cosas buenas que malas en este cambio.
Para los que cuando reciben un paquete de casa con comida, sueltan alguna lagrimilla. Para los que se están comiendo el mundo.
Para vosotros valientes, como bien ya sabéis, a veces hay que irse para poder volver. Y todos os estarán esperando.
Una joven española en Inglaterra.
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