«El Seminario Menor no es una institución ni injustificada, ni arcaica» Esta frase pronunciada en la homilía por el Sr. Cardenal en la inauguración del Seminario Menor en las dependencias del Cerro de los Sagrados Corazones en San Juan de Aznalfarache, podría formularse en términos de pregunta. ¿Es un Seminario Menor una institución injustificada y arcaica? Recibí el correo del amigo Manolo y estuve presente en el evento. Y os puedo decir que: Para mi, esta no fue la foto,
Ni esta, de la celebración
Ni tan siquiera esta otra de los protagonistas, jóvenes, como lo fuimos nosotros, que han decidido ser sacerdotes y que al final de la eucaristía, “dos de los candidatos al sacerdocio, Daniel, de 12 años, y Samuel, de 18, tuvieron palabras de acción de gracias por haber sentido la fortaleza para dar el paso del ingreso en el Seminario: “Señor, desde que dijimos sí, todo han sido gracias. Hemos sentido tu presencia, Señor, ayudándonos en todo momento”. Pensamientos como estos o similares es seguro que, en su día, también los tuvimos muchos de nosotros.
La imagen sería ésta
Junto a esta otra, cincuenta y tantos largos años atrás en la misma explanada del Cerro de los Sagrados Corazones donde se ha celebrado la inauguración del nuevo Seminario Menor.
“El seminario será un Seminario-Seminario, sin equívocos ni rebajas, con unos objetivos claros y un camino formativo nítido, el que marcan los documentos de la Santa Sede y de nuestra Conferencia Episcopal». Es un «milagro de la gracia» escuchar hoy la llamada de Dios para el sacerdocio o la vida consagrada, «dadas las condiciones ambientales y culturales en que vivimos. Se necesita mucha valentía, audacia y generosidad para decir sí al Señor en una sociedad secularizada como la nuestra». Felicitamos a los jóvenes seminaristas «que han dado un paso al frente» y a las familias cristianas, «que han sido capaces de crear el clima propicio para que el Señor depositara en vuestras almas los gérmenes de la vocación». Con la compañía de las imágenes del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Reyes presentes en la plaza “ pronto el Seminario Menor va a ser un vivero de vocaciones al sacerdocio». Este podría haber sido el diálogo que mantuvieron los sacerdotes de la fotografía. Sin embargo, son palabras expresadas por el Sr. Cardenal, Juan José Asenjo, en su homilía de inauguración del nuevo Seminario Menor Bastará releer los testimonios de D. Juan Leiva, D. Juan Luis Reina, D. Amador Menudo o D. José Marín en tu página, amigo Manolo, para reflexionar sobre si este espacio que ahora será ocupado por nuevos formadores debería seguir estando vacío. Me ha llamado la atención una coincidencia, ¿? La inauguración del nuevo Seminario Menor en la fiesta de la Virgen de la Merced coincide con el encuentro que tienen D. Juan y D. Eliseo en Jerez en la misma festividad y donde se intercambian los nombramientos como formadores del Seminario. Pienso que ellos, junto al resto de formadores, se preocuparon en ser de cada uno de nosotros el hombre nuevo que Jesús quiere, comprometido con el proyecto de Dios y dedicado a producir los frutos del reino, más que el empeño de ser un ‘semillero de vocaciones’. Ojalá sea así y que un día el Sr. Cardenal llegara a pronunciar la frase que, según Juan Luís Reina, dijo D. José María Bueno Monreal a los formadores: “yo no lo entiendo, pero me fio de vosotros. ADELANTE” Al acto asistió también un grupo de ‘excombatientes’ de la clase del 60 y que inauguraron el Seminario de Pilas.
Dejo una reflexión de Dom Armand VEILLEUX , Abad de la Trapa de Scourmont, en Bélgica, sobre la lectura del evangelio del día -Mateo 21,33-43-: “ ¿No hemos transformado a veces nuestra (nuestras) religión (es) en escuela(s) en las que aprendemos a disputar acerca de Dios o acerca de la manera de servirle? Los Fariseos, los Saduceos, los Doctores de la Ley, los monjes Esenios de Qumrân –lo miembros de cada uno de estos grupos estaban convencidos de que sabían muy bien – ellos tan sólo – todo en lo referente a Dios, en lo referente a los planes de Dios, de su Ley, de sus deseos. Pretendían poseer la verdad, y como consecuencia de ello pensaban que poseían a Dios. Ignoraban lo que era lo más precioso a los ojos de Dios: su pueblo y cada persona de su pueblo” Y otra de José Antonio Pagola La parábola es transparente. Los dirigentes del Templo se ven obligados a reconocer que el señor ha de confiar su viña a otros viñadores más fieles. Jesús les aplica rápidamente la parábola: «Yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Desbordados por una crisis a la que ya no es posible responder con pequeñas reformas, distraídos por discusiones que nos impiden ver lo esencial, sin coraje para escuchar la llamada de Dios a una conversión radical al Evangelio, la parábola nos obliga a hacernos graves preguntas. ¿Somos ese pueblo nuevo que Jesús quiere, dedicado a producir los frutos del reino o estamos decepcionando a Dios? ¿Vivimos trabajando por un mundo más humano? ¿Cómo estamos respondiendo desde el proyecto de Dios a las víctimas de la crisis económica y a los que mueren de hambre y desnutrición en África? ¿Respetamos al Hijo que Dios nos ha enviado o lo echamos de muchas formas "fuera de la viña"? ¿Estamos acogiendo la tarea que Jesús nos ha confiado de humanizar la vida o vivimos distraídos por otros intereses religiosos más secundarios? ¿Qué hacemos con los hombres y mujeres que Dios nos envía también hoy para recordarnos su amor y su justicia? ¿Ya no hay entre nosotros profetas de Dios ni testigos de Jesús? ¿Ya no los reconocemos? 2-10-2011 Ver reportaje fotográfico |