LA TIENDA DE WILLY
 


    La tienda de Willy es, era, la tienda de chucherías, de golosinas como se dice ahora, que más clientela tenía en Cortegana. Willy era un tío despabilado, oyó en alguna ocasión aquello del Evangelio según San Mateo "Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos", y ni corto ni perezoso se las ingenió para poder tenerlos siempre cerca y asegurarse en la medida de lo posible de su trozo de cielo. Así es que se hizo autonómo y se registró bajo el epígrafe CNAE4724 de comercio al por menor de pan y productos de panadería, confitería y pastelería en establecimientos especializados, y montó el rincón más dulce de toda Cortegana.

Todos lo conocen por Willy, sin apellido, nada tiene que ver con Willy Fog, Willy Toledo, ni siquiera con Willy el portero del Málaga, nada de eso. ¡ Willy ! se oye cerca de la puerta con una vocecita dulce y aguda. Por encima de los cacharros y envases que hay sobre el mostrador Willy asoma la cabeza intentándo verlo y con una sonrisa le dice que quiere.

Gominolas, regaliz, chupachups, bolsas de pipas, caramelos de todos los sabores y colores, chicles, tarros y más tarros repletos de barritas de chocolates y de todos esos productos que son requerido en cada instante por cada uno de esos chiquitajos que corretean la calle o van con sus madres al colegio provistos de bolsitas llenas de chuches o uno de aquellos Bollycao para el recreo.


La tienda, el kiosco o simplemente la casa de Willy está en un lugar céntrico que todos conocen y que una vez u otra han visitado, porque para tener, hasta la maquinita del tabaco con ese mando que desde detrás de mostrador habilita a los mayores a proveerse de sus paquetes de cigarrillos para colaborar a echar humo a la atmósfera y colaborar con el Estado con los impuestos suficientes como para no prohibir su venta aunque anuncie que es perjudicial para la salud.  

Willy le echa a su "obligación" muchas horas, muchas horas de pie con el consiguiente esfuerzo para el cuerpo que ya no es el de un chaval, pero allí está largas horas al momento del cierre a las tantas de la noche.

Lo mejor del día es cada uno de esos largos ratos en los que la tranquilidad por la falta de clientes le permite escuchar su propia música, montar sus maquetas, tararear sus canciones y escribir en uno de esos papeles de envolver las nuevas letras que tras un micrófono cantará algún día no muy lejano con su grupo por la plazas de los pueblos que los contraten.   

 
Este video está colgado en Youtube. La canción es la del "PIPIRIPAO", y Willy lo colgó dedicándoselo a todas las personas que han pasado por su tiendaCita que la ha dejado por asuntos de salud, a todas y a todos les desea lo mejor en esta vida, y deja constancia a todos los niños y niñas que con eso de "Willy" hemos pasado buenos momentos, grandes vivencias en su vida, siguiendo la tradición de "José el del Kiosco". Termina la dedicatoria con un " PERDONAME MADRE "DOLORES" y GRACIAS, POR HACERME FELIZ, NIÑOSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!!!!!!
 

Ya ha pasado un año desde que nuestro amigo Willy (Juan José Vázquez Muñiz) sufrió un ataque al corazón y una isquemia en los dos pies. Han sido muchas aquellas bromas para subirle el ánimo y aunque dejó el kiosco sigue peleando con su música, sin muchas carreras, pasito a pasito porque todavía hay tiempo. Como suele decirse aún está ahí para lo que uno quiera.  

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© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"