José Campanario - Títeres

Actualidad - José Campanario - "Títeres"





A veces un hecho aparentemente aislado no es tan extraordinario, sino algo muy habitual. Cuando se ve en la entrada de un camino, a pié de carretera, a un grupo de chicos rondando los 18 años (algunos no parecen tener más de 16) dando botes simulando algo parecido a un baile de marionetas, al ritmo del túm-túm a toda pastilla de la megafonía del coche, no es algo en principio fuera de lo normal. Pero si esto ocurre a las 9 de la mañana de un domingo y, cuando te acercas, compruebas que los chicos están totalmente desencajados, con la mirada perdida y con unos movimientos que rozan lo grotesco, ya no es algo tan corriente, algo que se pueda achacar a ganas de divertirse de la “gente joven”. Y la escena descrita es frecuente, sobre todo los fines de semana, en nuestros pueblos y ciudades. Chicos y chicas que vuelven por la mañana “hasta la corcha de tó”, es algo, por desgracia, muy usual. No vamos a decir que no se puede dar porque eso es rozar la quimera. Pero esto no es motivo ni excusa para que tratemos de poner remedio, o al menos lo intentemos.

Es más ordinario de lo que parece la combinación drogas-alcohol y mucho más en la medida que algunos jóvenes, y no tan jóvenes, lo hacen. Pero lo más grave es la permisividad social. Parece que no puede haber diversión si no es cogiendo la borrachera y poniéndose de pastillas “hasta el culo”. Y mientras tanto, muchos padres pasan del tema y permiten que sus hijos vuelvan a casa a las 10 de la mañana sin importarles las condiciones en que vuelven. Un fin de semana y otro también, son atendidos con cólicos etílicos en los ambulatorios niños de 12 y 14 años. Los padres les dan 50 euros y se desentienden de lo demás. Para ellos lo primero es “desconectar” el fin de semana del trabajo y de las obligaciones sociales; el fin de semana es tan sólo para descansar, para irse a cenar con otras parejas y disfrutar de la gastronomía que toque. Lo de preocuparse por los hijos pasa a segundo, tercer o cuarto plano (si es que existe algo de preocupación por el tema).

Y es que la sociedad, nuestra sociedad, es decir NOSOTROS, ha cogido el hábito de ver normal este tipo de cosas. Cuando un famoso (como el caso del torero viudo de la tonadillera que acaba de matar con su coche a un hombre que iba a su trabajo) está implicado en un accidente que se pudo evitar simplemente no bebiendo alcohol, comienzan los mecanismos (prensa rosa, abogados sin escrúpulos, TV sensacionalista, etc.) para tratar de justificar lo injustificable. No se puede, ni se debe, justificar una muerte que se pudo evitar y no se evitó por el comportamiento (supuestamente) delictivo del famoso (al que por cierto casi con toda seguridad no le pasará absolutamente nada).

El problema se agrava cuando por parte de los poderes públicos se abandonan las obligaciones de vigilancia que corresponden. Es curioso, y algún día insistiremos sobre el tema, como se han ido desdotando progresivamente a los cuerpos de seguridad en los pueblos y ciudades mientras se ha aumentado la dotación de escoltas de los políticos. Es un escándalo que exista una sola pareja de guardia civil para una población que sobrepasa los 60.000 habitantes distribuidos en 5 núcleos de población y con una distancia que llega a ser de más de 50 kilómetros de carreteras de tercer orden. Cuando llegan, en el mejor de los casos, pueden haber pasado 30 minutos, con lo cual se encuentran el sitio vacío y el peligro, en forma de coche con cinco chavales, circulando a 140 ó 160 km. por hora.

Tenemos que adoptar, todos nosotros, una actitud más activa denunciando los casos que veamos (hay teléfonos a los que llamar y no hay que dar datos personales).

Pero las soluciones más de fondo, a largo plazo, las tenemos que dar los padres preocupándonos por nuestros hijos, hablando con ellos, no dándoles el capricho del coche negro con cristales tintados, educándolos y dándoles ejemplo, que quizá sea lo más importante, ya que si ven unos comportamientos ellos tratarán de imitarlos. Y si nuestros hijos tienen problemas, si no podemos solucionarlos nosotros, debemos acudir a los profesionales. En esta labor pueden colaborar, y de manera muy eficaz, los educadores. Ellos pasan muchas horas con los chavales y la comunicación entre padres y educadores debe ser totalmente fluida.

También es hora de que comencemos a exigir a los políticos, a los legisladores y a los gobernantes, que legislen de forma menos permisiva, más concreta y con menos margen, es decir una legislación mucho más estricta. Es intolerable, que para beneficiar la caja del sector turístico, se permitan fines de semana de borracheras y drogas a ciudadanos alemanes, ingleses, etc. que llegan en vuelo charter para dejar sus inmundicias, y en muchos casos sus vidas, en nuestras ciudades. Ese “turismo de borracheras” debe acabar y medios, evidentemente, los hay.

Y como colofón, pero no por ello menos importante, exigir a los jueces que apliquen la ley de manera imaginativa pero de forma rigurosa. Hay algunos casos realmente espectaculares, y no vamos a citar nombres que todos tenemos en nuestra mente, en los que los resultados de las sentencias judiciales son altamente satisfactorios.




© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"