Que se puede decir Cádiz de ti que no se haya escrito ya, coqueta, pequeña, sin par. Iluminada por el azul de tu cielo, abrazada por los rayos del sol, que de ti está enamorada.  

Cuna de culturas reflejas soberanía, compañera del mar alma de la bahía. El mar tienes como terciopelo suave a tus pies, cuando se embravece a ti te mima, suavemente te mecen las olas mientras te cantan una canción de cuna. 

Tus gaviotas majestuosas revolotean a lo alto contemplando tu histórica faz, se posan en el mar, se entristecen y lloran porque por ti no han de andar.  

¡Cádiz¡ que hermosa eres, tengo celos del sol porque te abraza. Mis versos a ti cantados son como inexpertas caricias, suenan como torpes frases a la persona amada, frases incompletas que no resaltan lo que por ti siente mi alma. 

Cuando te miro, madura y alma juvenil mi pulso se acelera de júbilo gritaría, como con miedo a tocarte mis manos te acariciarían. ¡Cádiz¡ eres todo, das alegría, tu gente forma parte de esa dulce naturaleza, poetas, escritores, pintores, pensadores, tu gente derrocha simpatía. 

Cuando llega Febrero por tus calles estrechas, como arterias, va, anda y corretea la gente como sangre pura para fluir a cada rincón de tu corazón. Expresan los sentires y las ilusiones lo que se hizo y lo que se hará. Allí todo se fusiona, y por cada ventana, por cada agujero se vierte el dulce aroma de su canto, fundido, hermanado, rebosando felicidad.  

Por eso Cádiz, no tienes igual, hemos de mimarte, conocerte más para cantar tus bellezas a los cuatro vientos, hacer oír tu derecho a estar. Hemos de acicalarte, ponerte tu vestido blanco de novia, hemos de quitar todo lo que enturbie tu dignidad, para que todos unidos formando parte de esta dulce naturaleza, con tu luz propia vuelvas a brillar.