D. Manuel Fernández Villasante, salta a la "palestra"
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Hace algún tiempo que D. Manuel fue localizado por los alrededores de Madrid, concretamente en Brunete, y el teléfono era el medio por el
que intercambiar algún saludo, algunos recuerdos y comentar algunas anécdotas que el paso del tiempo no logra borrar y permanecen escondidas en uno de esos recovecos
del cerebro para ser proyectado en el momento oportuno para el deleite de los contertulios.
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Lo cierto es que D. Manuel siempre abrió una puerta a la comunicación, y por delegación a su hija
Olga, por aquello de que la nuevas tecnologías le dan un cierto respeto, ya que no es como poner uno de aquellos discos de vinilo en el "picu" y escuchar incansablemente
una y otra vez la correspondiente lección de Assimil con los Duval que se iban de viaje en las clases de francés, mientras que algunas veces, D. Manuel se daba un
garbeo por los pasillos del pabellón de estudios llevando en la boca esa pipa con un cigarrillo sin encender o de esos falsos amentolados, Olga digo, se ha convertido sin quererlo ella en la
delegada de la clase, en su mejor representación para estos menesteres de los correos electrónicos y de las páginas web's.
Tenía el compromiso de Olga de que nos haría llegar alguna foto suya para que lo conozcamos
en estos tiempos y borrar de nuestras cabezas a ese cura de sotana perfilada, de zapatos brillantes como patenas (no se si los tenía pintado de negro con
pintura plástica de lo relucientes que los llevaba) y de una raya que parecía se había pegado una línea recta. Hoy día 18 de Febrero el objetivo ha captado en una
visita familiar estas dos instantáneas que pego aquí para que las compartamos todos. Olga aprovechó para mostrarnos a un D. Manuel perfectamente "acicalado" y muy actual
con gorra y todo incluida, seguramente para que las ideas no se escapen, o quizás para "guarnecer" esas claridades, que tenemos todos tras el paso de los años, de los
frios de estos días en el centro de España.
Sentado delante del ordenador se está recreando, me dice Olga, viendo el álbum de fotografías de Pilas. Se para delante de esas fotos que muestran
a él mismo agachado en el equipo de los formadores, en el comedor "vigilando posibles desmanes" de los seminaristas o en esa foto delante de uno de los pabellones rodeado de 37
niños con sotanas y sus becas paño grana, que seguramente serían del curso del 61. ¡ Qué años aquellos !.
En la segunda toma está perfectamente "arropado", flanqueado por ambos lados por sus nietos David y Marcos, que serán seguramente los oyentes de sus historias y batallitas
propias del abuelo, y detrás "cubriéndole" las espaldas su carmen, Carmen Quintero, sí, una de las niñas de Pinichi, la que D. Manuel miraba de "reojillos" y por
la que se le escaparia algún que otro suspiro, y la que por contra ella, mima.
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Hoy Carmen es uno de los pedestales de esa familia, una señora que transmite cariño y una gran
amabilibidad, la que hace que cuando llamas parezca que lo hagas a tu casa o la conocieras de toda la vida. Muchas gracias Carmen.
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© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"