HOY, DÍA DE PLAYA 



Olas pequeñas que vienen y van, que rompen suaves yaciendo en espuma blanca sobre la arena de la orilla, que se rehace de nuevo siendo absorbida y armada en una nueva ola que retoma una leve altura para bramar e ir de nuevo hasta la orilla, una y otra vez incansables, meciendo algas arrastrando las conchas de las almejas y de las coquinas, y a los que dormitamos bañados por los rayos del sol como música acompasada en compas de dos por dos nos relaja y nos evade.

Mirando en la lejanía el mar está en calma, acaricada por la brisa de poniente que empuja las boyas que delimitan el espacio de las barcas y los patines. En mitad de la bahía buques cisternas y de carga repletos de contenedores anclados a la espera de repostar, mientras los barcos de pasajeros recortan el horizonte enfilando a Ceuta en sus viajes de ida y vuelta.

La playa no está abarrotada, pocas sombrillas y mucho espacio de limpia arena blanca y fina, pequeños montículos y hoyos de pisadas y marcas de tumbonas y sillas que con los rayos del sol muestra siluetas de luz y de sombras como si fuera una miniatura de desierto de pequeñas dunas. Arena caliente que recoges con la mano tumbado en tu toalla, y que dejas escapar despacio una y otra vez como si de un reloj de arena se tratase.

Ya acabó la temporada oficial de baño, pero la playa ni el mar cierra sus puertas, está abierto todo el día, las veinticuatro horas sin tener que pagar entrada, quizás solo los sesenta céntimos del gorilla de turno que acude raudo antes de que saques del maletero el último bártulo y enfiles para la orilla. La playa y el mar no cierran y si encima acompaña el sol, ¿en qué lugar se puede estar tan relajado sin sorpresas de minutas, tan en libertad, tan alejado del ruido y lo cotidiano?, solo en la playa puedes estar disfrutando de un pollo empanado y de una ensalada de tomate fresco con pepinos.



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© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"