VIVIR CON EL OLVIDO
Sentado frente a un sillón vacío que me hace compañía en este salón en silencio, en el que se ve en sus paredes el colorido de las luces de un portal de Belén que cambian sus colores iluminando mi soledad, miro y recuerdo mis años de niño yendo a por lentisco para montar junto a mi padre el belén más maravilloso del mundo. Papel de estraza con harina y agua para crear esas montañas, musgo para dar vida a la naturaleza y un cielo lleno de estrellas en la que sobresalía aquella gran estrella brillante que guiaría a los reyes para postrarlos ante el niño Jesús. Y aunque lo he montado para ti porque se que te gustaba, hoy no habrá estrella brillante que guíe hacia ningún sitio, no hay villancicos ni ruidos de zambombas ni panderetas, por no haber no hay siquiera un sillón a mi lado que acurruque a la persona amada con la que compartíamos pensamientos y sentimientos, con la que cogidos de la mano repasábamos nuestras vidas desde ese momento en que cupido nos enlazó, ratos de charlas y de recuerdos, ratos de charlas y de sueños. Recuerdos y sueños que han ido dejando en mi vida silencios y tristezas, sufrimiento y una enorme impotencia por no haber podido parar lo que fue cambiando nuestras vidas, poco a poco, borrando recuerdos, olvidando pasajes vividos, matando al futuro y a una vejez digna y compartida. Sentado frente a un sillón vacío que me hace compañía en este salón, lloro en silencio mi pena recordando como sin irse se iba yendo cada día un poco más, su retraimiento no era angustia ni depresión ni refugio de todos esos momentos que podían estar afectándole el ánimo porque la contrariara o le produjera ansiedad y temor, eran unos síntomas engañosos de lo que iba a ser sus primeras ausencias acompañadas de olvido esporádicos, de despistes no usuales, de no encontrar lo que nunca perdió y que estaba en el mismo lugar de siempre, largos momentos encerrada en si misma en un punto que solo ella sabe, o tal vez ni siquiera ella sabe y que su mente se revelaba por resurgir de nuevo en su cabeza.
Sufrimiento día a día tras conocer el diagnóstico de su enfermedad que poco a poco iba apoderándose de ella, sin dolor ni sufrimiento, pero menguando sus capacidades, delimitando sus recuerdos porque se olvidaba de a dónde iba o de dónde venía, o daba el monedero para pagar, no porque no viera las pequeñas monedas, sino porque había olvidado contar. Los silencios eran mayores y lastimosos, doloroso no conocer a esa persona que está ahí detrás en el espejo. Lagunas mentales para olvidar hasta tu propio nombre, para recordar levemente cuando eras niña al cuidado de tus padres, solo a ratos. Angustioso ver como desaprende todo lo aprendido en su recorrido, deja de cocinar porque ya no sabe , ni sabe vestirse, deja de ser una mujer coqueta y presumida porque no entiende de modas ni modelos ni colores, deja de peinarse, de ponerse guapa. Cuando te mira silenciosamente fija, queriendo recordar y teniendo confusa su mente, te rompe el alma cuando te pregunta ¿tú quién eres?, lloras para tus adentros y la abrazas aunque te rechace y sientes como te desmoronas por dentro teniendo entre tus brazos aquél cuerpo menudo y titubeante porque no sabe porqué la abrazas. La compañera de tu vida se aleja poco a poco siendo su destino paseos de horas con idas y venidas por el largo pasillo de la casa que hace su camino diario sin ida a ninguna parte, posiblemente queriendo recordar o queriendo ir a alguna parte pero que no sabe a dónde. Tu vida es su vida, tu atención es su cuidado, tu devoción es ella, tu sufrimiento crece día a día cuando descubres que no sabe tragar, ni bajar un escalón, que no controla su cuerpo, que a veces le aflora una agresividad quien sabe si como resultado de una lucha interna que ella solo sabe y que se niega a aceptar lo que le está llegando, todo esto te está minando poco a poco, también te abandonas, necesitas ayuda hasta para ti mismo, y gritas desesperado de rabia de impotencia y dejas de creer en lo que creías y te preguntas muchos porqué y dejas en el aire, ...si vale la pena vivir así una vida. Vivo contigo día a día y te hablo sin saber si me escuchas si en esos breves momentos de lucidez sabes quienes somos, y te sigo queriendo como siempre aunque esta enfermedad neurodegenerativa te haya borrado poco a poco cada uno de tus recuerdos en la memoria, se que es incurable y terminal, sufrí su progreso apareciéndote la confusión mental, la irritabilidad y agresión, tus cambios de humor, los trastornos del lenguaje, perdiste la memoria y te predispusiste a aislarte a medidas que tus sentidos declinaban, todo eso lo pasé contigo y te cojo la mano para acariciarte dulcemente y besarte porque te quiero, mientras maldigo al Alhzeimer y lo sufro amargamente viviendo con el olvido. Dedicado a un buen amigo mío que lamentablemente de todo esto sabe mucho porque es el que lo está sufriendo. Un abrazo "Mas allá de las cosas" (escrito sobre este tema de D. Juan Leiva") |