MANUEL CRUZ VELEZ( 2010 )

POBRES RICOS, RICOS POBRES
 

Recuerdo al cura montado en su Lambretta, a veces con sotana, con tejanos y camisas de a cuadros otras. Tras un largo y ajetreado dia , enfilaba su moto mientras se ajustaba sus gafas de sol derechito a Pilas. En el trayecto se despejaba con la brisa mezclada con el olor a orujo de aceitunas que bajaba por aquel salidero que terminaba en una alcantarilla de rejas en la cuneta, en la parte izquierda de la carretera. En el corto trayecto hasta la parroquia preparaba su reunión con esos jóvenes a los que orientaba y él les llevaba un poco de futuro haciendo más grande su obra.

Aquél cura era un todo terreno, era un servicio de 24 horas a favor de cualquiera que le necesitase. Igual daba Pilas que Villamanrique, Sanlúcar La Mayor que Aznalcázar, Bollullos que Bormujos, Hinojos que Carrión de Los Céspedes, la voluntad era grande y su espíritu y su sentido del sacrificio inmenso. Los matorrales y cañaverales de la A-8060, A-474, A-8153, A-472 y A-477 por las que “lambretteaba” de aquí allá, de izquierda a derecha como si recorriera los hilos de una tela de araña, le saludaban cuando pasaba porque sabían que era portador de fe y de esperanza, que eran inigualable su grandeza y su sacrificio.

Era el cura de esos pobres ricos.

Aquél cura subió de categoría, ya no solo era un formador de un seminario llevando para adelante a más de 80 niños, fue “condecorado” como cura párroco de Villamanrique de la Condesa, así se le reconoció su valía y ascendía en su carrera eclesial. Su labor pastoral fue intensa y extensa, sacrificada y reconocida, no en vano su juventud iba paralela a las ganas de conquistar el mundo con la verdad, con la palabra de Cristo.

Pero la iglesia de Cristo no es solo casa de los pobres, también hay un sitio reservado para los ricos, para los que con sus golpes de pecho, y en sus reclinatorios de púrpura piden un sitio en el cielo al lado del Padre Celestial, aunque en la tierra se olviden a menudo de tender una mano.



El cura párroco de Villamanrique tuvo que mover su iglesia hasta el palacio para su S.A.R. la princesa Ana de Inglaterra; S.A.R. La condesa de Barcelona; SS.MM. el rey Constantino y la reina Ana María de Grecia e hijos; los condes de Paris; S.A.R. el infante don Alfonso de Orleans; S.M. el rey Humberto de Italia; sus AA.RR. los príncipes Pablo y Olga de Yugoslavia; su A.R. la princesa doña Margarita, hija de la condesa de Barcelona; su A.R. la infanta Dª Alicia de Borbón; SS.AA.RR. los duques de Calabria e hijos; S.A.R. la princesa de Baviera; S.A.R. el infante don Luis de Baviera y Borbón; S.A.R. el príncipe don Fernando de Baviera y su esposa la princesa; S.A.R. el príncipe da Beira, de Portugal; los duques de Badajoz; SS.AA.RR el margrave y la margravive de Bade; S.A.R. la princesa Dolores de Borbón y don Carlos Chías; S.A. R. el príncipe Adán Czartoryshy, de Polonia; los condes de Dobryensky, de Bohemia; la princesa Diana Estavi, marqueses de Castro, señor García de Sáez y su esposa; la princesa Inmaculada de Borbón; SS.AA.II. las archiduquesas Margarita y María Beatriz de Habsbourg; condes de Limburg Stirum, de Bélgica; S.A.I. la princesa Teresa de Orleans y Braganza e hijas; señor Morales y su esposa, la princesa Inés de Borbón; SS.AA.RR. los duques de Mechlembourg, con su hija la princesa Donata; condes Luís y Juan de Nicolai, de Francia; S.A.R. la princesa Chental, de Francia; la princesa María de Orleans; S.A. el príncipe don Ataulfo de Orleans y Borbón; condes de Odiel; S.A.R. el príncipe Juan de Orleans y Braganza, el príncipe Carlos de Torre e Tasso, de Italia, SS.AA.RR. los duques de Wurtemberg, de Alemanía; S.A.R. el príncipe Tomislav y Margarita, de Yugoslavia; el conde Carlos Zamoisky y la condesa; el conde José Zamoisky; los condes Adam y Ladislao Zamoisky. Y no crean Vdes. que estaban aquí todos, que va, la comitiva la cerraba su A.R.Imperial el príncipe don Pedro y la madre de las desposada S.A.R. la princesa doña Esperanza. Por supuesto que también asistieron los príncipes D. Juan Carlos y Dª Sofía.


Dª Sofía rindiendo pleitesía a la Infanta de España, doña Isabel Alfonsa




Foto de los invitados


Todo porque se casaba la princesa María da Gloria de Orleans-Braganza Borbón con el príncipe Alejandro de Yugoslavia.




Foto de los novios


Se cuenta que había más de mil invitados entre los que estaban también los embajadores de Brasil en Madrid, Lisboa, Londres, París y Holanda, embajadores de Gran Bretaña y de Holanda en Madrid, senadores, diputados y autoridades nacionales y sevillanas entre las que se encontraban el teniente general Díez Alegría, jefe del alto estado mayor; el teniente general jefe de la II Región Aérea, el capitán general de la II Región militar; el gobernador civil, el presidente de la diputación, el alcalde de Sevilla, y como no, sus respectivas esposas. Todos los vecinos de Villamanrique participaron también con una invitación popular.

El cura de Villamanrique no se dejó amedrentar por tanta pomposidad, tantas eses y erres, tanto título, ni siquiera se amoinó por aquellos dos obispos con sus correspondientes popes procedentes de Londres y de Norteamérica para celebrar el enlace por el rito ortodoxo-servio amenizando la ceremonia coros yugoslavos. Terminada la boda los contrayentes y asistentes se dirigieron a la parroquia, tal vez para que la multitud prorrumpieran en vítores y aplausos mientras los tamborileros del Rocío interpretaron el himno nacional. Y fue en los dominios del cura párroco, en la parroquia, en dónde no cabía un alma donde sonó aquella Salve, tal vez fue en ese momento cuando el cura párroco reflexionó, recordó mejores tiempos pasado mientras veía pasar por delante suya a esos ricos pobres.

No se cuando colgó el cura la sotana, pero seguramente se acordó de sus niños de Pilas, de su gente anónima de cualquiera de aquellos pueblos, y a pesar de haber tenido un acontecimiento que pocos curas han tenido en su “palmarés”, no dudó en cortar su trayectoria, y ahora sin sotana ni figureo se dedica a sus pobres de acá y de allá, a los que le necesitan que no son de aqu텅….. quién le iba a decir a aquellos figurones en el palacio de Villamanrique ataviados con las mejores de sus galas, que aquél sencillo párroco hizo la mejor de sus ceremonias en una playa con una botella de vino y un bollo de pan con sus feligreses en bañador teniendo por reclinatorio la arena fina de la playa. Dios estaba en ese momento allí entre ellos si tanta parafernalia ni vestimentas de lujo.

Pobres ricos esos ricos pobres.


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© "Los niños de Juan Manuel" - Junio 2009"