La vida es como un viaje en un tren de largo recorrido, unos suben en distintas estaciones y comparten contigo departamento, otros bajan con un adios y no verás para siempre, y los menos te acompañan todo el viaje, unos son afines, otros son detractores, otros te ignoran, otros tienden su mano. El viaje de la vida tiene un principio y un fín, partes de una estación y sabes que llegará irremediablemente a la estación de la muerte.

Sin embargo ese recorrido te marca, mantienes los mejores recuerdos e intentas tirar por la ventanilla los engorros, a veces el tren se para en una vía de mala muerte olvidado del guarda aguja y ante el desinterés del jefe de estación de turno. Sin saber porqué te invade la angustia, caes en el desespero y en el hastío, no se cumple tus perspectivas, tienes que retomar tus proyectos, y si es necesario, para no estancarte y seguir luchando tomar ese autobús que te llevará de nuevo a otra estación.

No obstante siempre se retoma el rumbo, siempre se superan los contratiempos y no importa cómo, a veces se viaja en primera, otras en literas, las menos veces en compartimento particular, también en tercera y a pie derecho largos tramos, pero la vida, el tren de la vida sigue, y cruzando los dedos para que no descarrile y se trunque tu viaje antes de tiempo.

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Nota: En la foto de la piscina no muestro las piernas, tengo el síndrome de Julio Iglesias, no, la verdad es que hace dos años sufrí un pequeño "descarrilamiento", me rompí el nervio peroneo, después de estar casi un mes y medio en cama, me quedó la pierna peor que la de Marichalar, pasé por la dos muletas, una muleta, a dar "cojetás" y a tener conflictos emocionales con el pie, sobre todo cuando llegaba a una esquina, yo iba para un lado y el pìe se iba para el otro. Hoy gracias a Dios estoy a un 85 / 90%, no puedo correr aún ni recuperado la musculación pero he conseguido que el pie no caiga cuando le de la gana.

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Con éstas dos fotos, y últimas, ya estamos todos al día. Ya si nos cruzamos, nos conoceremos.